Ángeles no la está pasando nada bien. Le dejaron volver a trabajar en la compañía telefónica, pero le dieron el puesto más complicado que podía haber: debe vigilar a las telefonistas y despedir a quien no siga las estrictas normas impuestas por Alex Uribe. Esto por supuesto genera conflicto entre sus antiguas compañeras y hace que ella se sienta todavía más aislada. Por si fuera poco, el coche de Mario, el que Lidia arrojó por un barranco, es al fin encontrado a la policía, quienes descubren rastros de sangre en la maletera.
Todo apunta a un asesinato y a Ángeles solo le queda tomar una decisión extrema: seducir a Cuevas, el inspector a cargo del caso. Pero sus encantos no son suficientes y tiene que recurrir a Victoria, la dueña del burdel, para que le brinde alguna información útil. Así es como se entera que varios años atrás Cuevas provocó el suicidio de una testigo a la que acusó siendo inocente y todavía seguía sintiéndose culpable por eso. Ella no desaprovecha la oportunidad y en su siguiente encuentro con el policía lo lleva a la azotea de la compañía y frente a él simula querer lanzarse al vacío. Cuevas la "salva" y ambos terminan abrazados fuertemente.
Mientras tanto, la tiranía de Alexandra llega al límite cuando despide a Sara de la manera más arbitraria, provocando que las telefonistas abandonen sus puestos y establezcan una huelga con el apoyo de los trabajadores de distintas áreas, entre los que también se encuentra Pablo. Al ver esto, Marga se acerca para darle otra oportunidad y él le propone matrimonio frente a todos. Por su parte, Elisa consigue que le den de alta en el sanatorio con la ayuda de Uribe, a quien le entrega documentos que comprueban cómo Doña Carmen lleva años robando dinero de su fundación benéfica. Lidia es acusada por Alexandra de haber sido una de las organizadoras de huelga y Francisco sale a su rescate confesando que pasó la noche con ella, por lo que no pudo haber planeado nada. Carlos se enfada y golpea a Francisco en el pasillo. Luego va por Lidia, pero ella se desmaya sin ninguna explicación.
Todo apunta a un asesinato y a Ángeles solo le queda tomar una decisión extrema: seducir a Cuevas, el inspector a cargo del caso. Pero sus encantos no son suficientes y tiene que recurrir a Victoria, la dueña del burdel, para que le brinde alguna información útil. Así es como se entera que varios años atrás Cuevas provocó el suicidio de una testigo a la que acusó siendo inocente y todavía seguía sintiéndose culpable por eso. Ella no desaprovecha la oportunidad y en su siguiente encuentro con el policía lo lleva a la azotea de la compañía y frente a él simula querer lanzarse al vacío. Cuevas la "salva" y ambos terminan abrazados fuertemente.
Mientras tanto, la tiranía de Alexandra llega al límite cuando despide a Sara de la manera más arbitraria, provocando que las telefonistas abandonen sus puestos y establezcan una huelga con el apoyo de los trabajadores de distintas áreas, entre los que también se encuentra Pablo. Al ver esto, Marga se acerca para darle otra oportunidad y él le propone matrimonio frente a todos. Por su parte, Elisa consigue que le den de alta en el sanatorio con la ayuda de Uribe, a quien le entrega documentos que comprueban cómo Doña Carmen lleva años robando dinero de su fundación benéfica. Lidia es acusada por Alexandra de haber sido una de las organizadoras de huelga y Francisco sale a su rescate confesando que pasó la noche con ella, por lo que no pudo haber planeado nada. Carlos se enfada y golpea a Francisco en el pasillo. Luego va por Lidia, pero ella se desmaya sin ninguna explicación.
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