La curiosa muerte de Ricardo López

No sentía aprecio por nadie, ni siquiera por sí mismo. Ricardo López, un uruguayo residente en Estados Unidos, veía a los humanos como simples cucarachas y trataba en lo posible de no relacionarse con ellos, apenas salía de casa para hacer algunos trabajos esporádicos y comprar comida. Quizás para menguar su soledad, en enero de 1996, el día de su cumpleaños número 21, comenzó a grabar videos en los que aparecía él, desnudo, haciendo muecas, recitando poesía, hablando de su extraña forma de ver la vida y los complejos que tenía con su cuerpo.


La única persona por la que Ricardo sentía algo similar al amor era  la cantante islandesa Björk, y eso solo porque la veía como algo más que un humano, era su diosa, le escribió una infinidad de cartas declarándole su admiración y prometiéndole que algún día él sería tan famoso como ella y así podrían estar juntos.

Pero entonces se enteró del romance de Björk con un tal Goldie. Y he aquí que las cosas se ponen interesantes, porque Ricardo, como muchos locos, también tenía algo de genio. Pasado el dolor de la decepción, planeó su venganza. Compró un libro de tamaño enciclopédico y entre sus hojas abrió un agujero, y en él comenzó a instalar una bomba de ácido sulfúrico que planeaba enviar a su antigua amada.

Y por supuesto, eso también lo filmó.


El 12 de septiembre de 1996, después de dejar el libro-bomba en la oficina de correos, Ricardo regresó a su departamento con la firme intensión de morir, de la forma más teatral posible. Se rapó la cabeza, se pintó la cara de colores en un ridículo intento de "camuflaje de guerra", puso música de Björk, tomó un revolver y se sentó frente a un cartel que decía "Lo mejor de mí".


Al parecer lo que quería era rociar sus sesos en ese cartel y así darle un mensaje de despedida a la humanidad. Pero la vida nunca es como la planeas. Y la muerte tampoco. Después de un largo rato acumulando fuerzas para jalar del gatillo, Ricardo mete el revolver en su boca y dispara... pero la bala no sale de su cráneo, se le atora en la garganta, provocándole un fuerte dolor antes de matarlo ¿Y el cartel? Queda intacto.

Para terminar de destruir sus planes, el cadáver de Ricardo comienza a oler demasiado mal, llamando la atención de los vecinos. La policía ingresa, descubren lo que había estado haciendo y llaman a Inglaterra para que detengan la bomba.

Lo más triste es que si hubiera esperado una semana, hubiera visto a Björk rompiendo con su pareja.

Y así termina la historia de Ricardo López. O tal vez no... Las cintas que grabó, con más de dieciocho horas de video, se suponía que iban a estar bajo el dominio de la policía, pero una "fuente anónima" las recuperó y ahora están colgadas en Youtube, lo cual convierte a Ricardo, indirectamente, en un videoblogger. 

Voy a dejar aquí su último video, por si te interesa. Solo te pido que no lo veas como algo morboso, sino como el testimonio más crudo y más cruel de lo que es caer en el abismo de la locura.



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