Busujima Yuriko no Sekirara Nikki [Capítulo 3: El sufrir de una ninfómana]


Llegamos al cuarto capítulo y las cosas se le ponen cada vez más difíciles a la pobre Yuriko. Pese a haber pasado una noche dándole duro contra el muro y sumiso contra el piso a Ozu, la promesa de nunca estar con un hombre casado (incluso si está en proceso de divorcio) sigue pesando sobre ella y a la mañana siguiente trata de toparse lo menos posible con él. Ozu se da cuenta de sus intenciones, y como normalmente ocurre en las novelas, la toma por sorpresa de un brazo y la lleva detrás de las cortinas. Le dice que no hace falta que lo evite, y que aunque ella no quiera salir con él, igualmente puede ayudarla a acercarse a los políticos a los que él les chupa los webos. Es así que Yuriko da inicio a una apretada agenda, pasando las mañanas con el loco del gimnasio, las tardes entrevistando a un tío RARÍSIMO en la Dieta, las noches con Ozu, y las madrugadas con el guitarrista marihuanero ese.


Consciente de que ya no puede con ese ritmo, Yuiko queda con Ozu en la cafetería de siempre, y ahí le explica las razones por las que no puede estar con él y el origen de su filosofía de estar siempre con dos hombres (o más) a la vez. Básicamente se trata de un trauma de la infancia provocado por ver a su padre con su amante. Desde entonces cree que todos los hombres son unos perros traicioneros y bla bla bla... Yo en el lugar de Ozu, le hubiera dicho "Ya madura, pendeja, que ya vas por los treinta y todavía sigues con tus daddy issues".


Como sea, su cita es interrumpida por la llegada del guitarrista, quien al verlos juntos se da cuenta de que... Esto es tan absurdo que da risa. Verás, en los episodios anteriores podíamos ver a Yuriko hablándole tranquilamente a este muchacho acerca de las otras personas con las que salía, y él se lo tomaba de la mejor manera, lo que hacía suponer que su relación era la de "amigos con derecho". Pero no, resulta que el guitarrista siempre creyó que todo lo que le contaba Yuri eran puras tonterías, y recién cuando la ve con Ozu se da cuenta de que sí, él solo era uno más en la lista. Herido directo en el kokoro. Y aunque ella trata de detenerlo cuando se va, las cartas ya están echadas y él se despide para siempre.


Pero Yuriko no es de las que se rinden tan fácilmente y, en otro cliché novelero, esa noche deja plantados a un grupo de políticos calienturientos, para salir corriendo hacia el club donde toca la banda de su reciente ex ¿Y por qué demonios no tomó un taxi? Es que así se ve más dramático. No llega a tiempo obviamente, el lugar ya está siendo limpiado, pero por algún milagro encuentra a su guitarrista todavía dando vueltas por ahí y le suplica que no la abandone.


Ok, para ser alguien que dice coleccionar hombres para no sufrir... sufre bastante. Y en medio de las lágrimas y la desesperación, Yuri promete lo impensable: no salir con nadie más. ¿Lo logrará?


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