Creo sinceramente que no importa mucho si una adaptación cinematográfica le hace cambios al material en el que se basa, siempre y cuando el resultado sea una buena película. Peter Jackson hizo lo que quiso con los libros de El Señor de los Anillos, omitió personajes, cambio el orden de los eventos (el final de la primera cinta es el inicio del segundo libro, solo por poner un ejemplo), se ganó un buen número de antifans que hasta el día de hoy quieren cocinarlo vivo, pero nadie va a negar que dirigió una de las mejores sagas fantásticas de la historia.
Ahora, el director Adam Wingard tenia su propia visión respecto a Death Note, el manga de Tsugumi Ōba y Takeshi Obata, y Netflix le dejó ir a sus anchas con total y absoluta libertad. Entonces tenemos un Light que usa el poder del dios de la muerte para impresionar a una chica, a un L que sale a hacer parkour a las calles y a una Death Note cuyas reglas cambian, aparecen y desaparecen a conveniencia de la trama. No es una buena adaptación, ok ¿PERO AL MENOS ES UNA BUENA PELÍCULA?
Es... j0didamente entretenida, y es lo mejor que puedo decir respecto a esta producción. Light pasa de combatir crímenes locales a derrotar al Estado Islámico en cuestión de minutos, todo es así, no hay tiempo para nada, ni para debates morales ni para profundización de personajes, todo en esta película te invita a desconectar el cerebro y dejarte llevar por una buena dosis de suicidios masivos y cabezas que estallan como calabazas contra el piso. Y no hay ningún problema con eso en realidad, no hay ningún problema en que un film quiera ser simplemente entretenido. La verdadera decepción, lo que de verdad me hizo mirar los créditos con cara de "Acabo de perder dos horas de mi vida" radica en el final.
No voy a hacer spoilers, pero diré que después de un gran clímax (donde la versión americana de Misa Amane le mete veinte patadas en el suelo a la original), llega una conclusión... que no concluye nada.
Ahora, el director Adam Wingard tenia su propia visión respecto a Death Note, el manga de Tsugumi Ōba y Takeshi Obata, y Netflix le dejó ir a sus anchas con total y absoluta libertad. Entonces tenemos un Light que usa el poder del dios de la muerte para impresionar a una chica, a un L que sale a hacer parkour a las calles y a una Death Note cuyas reglas cambian, aparecen y desaparecen a conveniencia de la trama. No es una buena adaptación, ok ¿PERO AL MENOS ES UNA BUENA PELÍCULA?
Es... j0didamente entretenida, y es lo mejor que puedo decir respecto a esta producción. Light pasa de combatir crímenes locales a derrotar al Estado Islámico en cuestión de minutos, todo es así, no hay tiempo para nada, ni para debates morales ni para profundización de personajes, todo en esta película te invita a desconectar el cerebro y dejarte llevar por una buena dosis de suicidios masivos y cabezas que estallan como calabazas contra el piso. Y no hay ningún problema con eso en realidad, no hay ningún problema en que un film quiera ser simplemente entretenido. La verdadera decepción, lo que de verdad me hizo mirar los créditos con cara de "Acabo de perder dos horas de mi vida" radica en el final.
No voy a hacer spoilers, pero diré que después de un gran clímax (donde la versión americana de Misa Amane le mete veinte patadas en el suelo a la original), llega una conclusión... que no concluye nada.
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| La nueva waifu |
En resumen, los fans de Death Note van a detestar esta producción y quienes no sepan nada de manga o anime la van a ver como algo curioso y poco más. Una mención especial para Willem Dafoe, el único miembro del reparto sobre el que no hubo ninguna queja, porque todos sabemos que nació para ser Ryuk. Es más, hubiera preferido que se ahorraran los efectos digitales y lo pusieran a él pintando de blanco, apuesto a que daba más miedo.
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