Ok, esta es la historia de Jamie Miller, un muchacho de 13 años que un día despierta con la policía rompiendo la puerta de su casa e ingresando de manera super escandalosa, apuntándole a su papá con un rifle, gritándoles a su mamá y a su hermana que se tiren al piso... Parece que van a arrestar al peor de los narcos, pero no, van a arrestarlo a él. ¿Por qué? Bueno, los detectives a cargo del caso no son muy abiertos al respecto, solo le dicen al señor Miller que su hijo es sospechoso de 4sesinato y que lo puede ir a ver a la comisaría más cercana.
A partir de ahí, todo el episodio se centra en mostrarnos a Jamie atravesando por todo el proceso de registro de un detenido: dar sus datos, dar sus huellas, toma de fotos, muestras de sangre... y lo más incómodo: dos policías que le piden sacarse la ropa para revisarle hasta el último rincón en busca de alguna marca incriminatoria.
Ya habiendo pasado por todo eso, llega el momento del interrogatorio y es ahí cuando al fin sabemos qué está pasando: Katie Leonard, una compañera de su escuela, apareció muerta en un estacionamiento la noche anterior, apuñalada siete veces. Obviamente, Jamie niega cualquier cercanía con el caso y se la pasa repitiendo las palabras mágicas que le enseñó su abogado: "Sin comentarios, sin comentarios...". Pero es entonces que los detectives sacan la artillería pesada, la razón por la que ingresaron de manera tan bulliciosa a su casa: Tienen un video en el que Jamie sigue a Katie hasta el estacionamiento, discute con ella y comienza a golpearla. No se ve que le quite la vida, pero sigue siendo una evidencia bastante fuerte en su contra.
Aún así, el niño insiste en que él es inocente y llora desconsolado en los brazos de su padre.
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