Iniciamos con el primer capítulo de Gypsy, la nueva serie de Netflix, y nos encontramos con Jean Holloway (Naomi Watts), una psicóloga que tiene a su cargo tres pacientes: una señora demasiado controladora con su hija, una joven que ha dejado la universidad por culpa de las drogas, y un joven destruido por una ruptura amorosa. Este último, Sam, es quien más la intriga, sobre todo por la descripción que hace de su ex novia, una manipuladora experta, según él, al punto de que lo convenció de hacerse un tatuaje en su honor.
Un día en un bar Jean se da cuenta de que la chica que la atiende, Sidney, tiene un tatuaje igual al de Sam y entabla una conversación con ella, haciéndose pasar por una escritora llamada Diane. Y así poco a poco van de una charla casual a un coqueteo de baja intensidad. De vuelta en casa, Jean tiene un problema con su esposo, Michael, pues siente que su secretaria se le está pegando demasiado. Con su hija las cosas no van mejor, pues la pequeña Dolly, una gran fanática de Star Wars, es acusada de haber besado a una de sus compañeras en contra de su voluntad.
Llegado el viernes, Jean le dice a su esposo que tiene una fiesta en casa de unos amigos y sale en busca de Sidney, quien tiene una banda y toca esa noche. Ambas se encuentran y van por unos tragos. Ahí retoman la conversación y Sidney le cuenta cosas muy tristes de su infancia y de que su padre es un criminal encarcelado. Luego extiende su mano para tomar la de ella, pero Jean se pone incómoda y prefiere irse. A la mañana siguiente vuelve a tener cita con Sam y este le cuenta que el papá de Sidney en realidad murió cuando ella era pequeña.
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