Tal como se esperaba, los agentes del FBI llegan al territorio de los Snell y se encuentran con sus cultivos ilegales completamente quedamos, pero aun así insisten en seguir investigando hasta que debajo de la tierra se encuentran algo todavía peor: Huesos humanos.
El señor Snell es detenido inmediatamente y puesto en una celda por ser sospechoso de homicidio. Marty va a visitarlo para buscar una forma de arreglar el embrollo y es en medio de su conversación que el viejo menciona que buena parte de su familia nació y murió en esas tierras. Marty pregunta donde exactamente quedaron sus restos y en la madrugada va a desenterrarlos.
A la mañana siguiente, el agente Petty recibe los resultados de la prueba forense y le dicen que todos los huesos tenían el ADN del señor Snell, que habían encontrado un cementerio familiar. El viejo es puesto en libertad.
Y ya con ese tema resulto, la familia Byrde puede dedicarse a un tema más personal: La despedida de Buddy. Así es, poco después de quemar los campos de amapolas, él regresaba en auto con Wendy y en el camino se quedó dormida, esta vez para siempre. Entre sus cosas Jonah encuentra viejas fotografías de cuando estaba en la Fuerza Aérea y una agenda con sus viejos contactos. Al llegar el funeral, el niño toma el micro y confiesa ante todos que Buddy siempre fue su amigo, su mejor amigo.
Poco después, Marty acude al Blue Cat para tomarse unas cervezas y olvidar por un momento todos los problemas en los que se ha metido en estos días. Ahí se encuentra a Rachel, quien ya harta de ser la espía de Petty decide darle un beso y mostrarle el micrófono que tiene en el pecho.
POR OTRO LADO, nos encontramos con que el reverendo Mason ahora predica en la calle con su pequeño hijo al lado y vive solamente de las monedas que la gente le da. A unos policías no les gusta para nada ver a un niño en esas condiciones y se lo quitan. ¿Cómo hará el pastor para recuperarlo? ¿Será que acude a Marty?
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