La relación de Marty y Wendy se resquebraja todavía más cuando ella encuentra un pequeño casino al borde de la quiebra, el Big Muddy, y quiere comprarlo para engrandecer la operación. El problema es que Marty no está para nada de acuerdo con la compra y se pone un tanto extremo para evitarla. Como el Bug Muddy se está ahogando por culpa de un casino flotante más grande y novedoso, le pide ayuda a Crosgrove para sabotearlo, y al mafioso no se le ocurre mejor idea que hacerlo estallar.
Ya sin competencia, los dueños del Muddy hablan con Wendy para decirle que no van a vender nada. Ella, obviamente, no se da por vencida, y con ayuda de Ruth logra hackear sus máquinas tragamonedas para que todo el mundo gane el premio mayor, generándoles grandes pérdidas minuto a minuto. Habiendo recibido el mensaje de que Wendy no planea dejarlos en paz nunca, los dueños aceptan vender.
Apenas firman en contrato y Marty recibe una notificación del FBI informándole que van a vigilar las cuentas del casino durante todo un mes.
POR OTRO LADO, dos nuevos personajes llegan a Ozark. Primero tenemos al hermano de Wendy, Ben, que para variar está rematadamente loco y lo acaban de correr de su trabajo como profesor por andar destruyendo los celulares de sus estudiantes y golpeando gente porque sí. No tiene a donde más ir y está decidido a quedarse en casa de los Byrde para tomar el lugar de Buddy, comenzando por ponerse a nadar desnudo en el lago. Luego tenemos a Erin y Seth, los hijos de Helen Pierce, quienes se mudan junto a su madre a Ozark mientras ella termina de divorciarse de su padre.
¿Qué nuevos problemas traerán estos personajes?
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