Ok, comenzamos con Good Morning Call, un dorama original de Netflix, aunque de original la verdad tiene poco... Pero bueno, tenemos a Nao Yoshikawa, una jovencita en sus últimos años de escuela quien debe mudarse a un departamento sola porque sus padres se han ido a vivir al campo, pero al terminar la mudanza se da cuenta de que le han estafado y tiene que compartir el piso con uno de sus compañeros de clase, Hisashi Uehara, el típico galán frío y solitario por el que todas las chicas mueren a pesar de que él las desprecia públicamente y de la manera más patanezca posible. Y por supuesto, es imposible que los dos se lleven bien, y no solo por el carácter amargado de Hisashi, sino también porque Nao no es precisamente la persona más brillante y con más sentido común del mundo.
Pero como no tiene ningún otro lugar a donde ir, Nao se las arregla (es decir, llora llora) para convencer a su compañero de seguir viviendo juntos sin contarle nada a nadie. Y es aquí cuando comienza la lluvia de clichés vistos mil veces en doramas, animes y mangas donde ocurre esto de que dos personajes que se odian pero que se atraen deben compartir espacio. El clásico e incómodo momento donde chico y chica se encuentran en el baño. El clásico e incómodo momento donde la chica hace algo sumamente torpe, como romper el retrato familiar de Hisashi, y debe ir por toda la ciudad buscando la manera de arreglarlo. El clásico e incómodo momento en donde la chica hace algo TODAVÍA MÁS TORPE, como robarse la comida de Hisashi, y debe salir en medio de la noche a buscar una manera de arreglarlo. El clásico, incómodo e innecesario momento donde introducen a un peligroso asaltante en la trama solo para que haya algo de tensión cuando Hisashi salga a buscar a Nao después de darse cuenta de que ella ha reparado el retrato. Y ese clásico e incómodo momento en donde la chica, por alguna razón no explicada, ya no puede caminar y el chico debe llevarla a casa en su espalda.
Y así pues, termina el primer capítulo de Good Morning Call, con mucha tensión sexual no resulta y un número de clichés por minuto que bate records.
Pero como no tiene ningún otro lugar a donde ir, Nao se las arregla (es decir, llora llora) para convencer a su compañero de seguir viviendo juntos sin contarle nada a nadie. Y es aquí cuando comienza la lluvia de clichés vistos mil veces en doramas, animes y mangas donde ocurre esto de que dos personajes que se odian pero que se atraen deben compartir espacio. El clásico e incómodo momento donde chico y chica se encuentran en el baño. El clásico e incómodo momento donde la chica hace algo sumamente torpe, como romper el retrato familiar de Hisashi, y debe ir por toda la ciudad buscando la manera de arreglarlo. El clásico e incómodo momento en donde la chica hace algo TODAVÍA MÁS TORPE, como robarse la comida de Hisashi, y debe salir en medio de la noche a buscar una manera de arreglarlo. El clásico, incómodo e innecesario momento donde introducen a un peligroso asaltante en la trama solo para que haya algo de tensión cuando Hisashi salga a buscar a Nao después de darse cuenta de que ella ha reparado el retrato. Y ese clásico e incómodo momento en donde la chica, por alguna razón no explicada, ya no puede caminar y el chico debe llevarla a casa en su espalda.
Y así pues, termina el primer capítulo de Good Morning Call, con mucha tensión sexual no resulta y un número de clichés por minuto que bate records.
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